Murmur(i)os
Instalación-escultura sonora para 16 canales y 88 altoparlantes
VI Premio Luis Caballero.
Galería Santa Fe. Planteario Distrital.
Bogotá DC,
29 de abril al 25 de mayo de 2011.
La instalación sonora Murmur(i)os es una galería acusmática que proyecta imágenes sonoras de Bogotá, mediante un cinematófono de dieciséis canales distribuidos en ochenta y ocho proyectores de sonido —parlantes—. Se dispone en el espacio, como un flujo electroacústico de imágenes sonoras, yendo de la ciudad originaria y arcaica, pasando por la urbe fundada sobre la voz, lo sacro y lo festivo, para disolverse en la Bogotá tecnológica y mediática, como si fuese un vapor y un oleaje sonoro. Pa(i)sajes sonoros de una ciudad ficción e imaginada de fragmentos y texturas; de masas y densidades; de movimientos, velocidades y trazos. Los murmurios de Bogotá emergen como vapor envolvente.
Murmurio es el ruido de fondo que forma la corriente de las aguas o el que hacen las hojas de los árboles movidas por el viento —viene del latín Murmur—. El verbo Murmurar es una onomatopeya del sonido que forma el ruido de la corriente de las aguas por entre la arena y piedras —viene del latín Murmurare—.
Los líquidos cristales de los arroyos,
murmurando por entre blancas y pardas quijas,
iban a dar tributo a los ríos.
Miguel de Cervantes, Don Quijote. tom.2. cap.3
A lo largo de dos líneas loxodrómicas y tres nodos, se distribuye una serie de mapas sonoros —cartas de navegación audibles—, desplegando recorridos sonoros de sur a norte de la galería, que evolucionan de abajo hacia arriba, creando ámbitos de escucha diferenciados y generando rutas y movimientos sonoros que se intercalan, yuxtaponen y superponen creando una polifonía siempre cambiante, incluyendo al silencio como componente consustancial.
Los tres nodos constituyen ámbitos especializados: el nodo sur es el núcleo donde nace la instalación como hecho fundacional, y hace referencia a lo “concreto“ de la ciudad: lo tectónico y telúrico; el agua, las corrientes fluviales, los truenos y la lluvia; el aire y los vientos y la presencia del sustrato biológico. El nodo meridional, que interrumpe transitoriamente las líneas loxodrómicas, como una rosa de los vientos sonora que marca los puntos cardinales de la ciudad, consta de regaderas de parlantes en espiral ascendente ubicadas sobre la cabeza de los auditores. En él suena el interior más íntimo de Bogotá: lo maquinal, lo infraestructural, lo psicológico, el lenguaje, el habla, las voces, los rumores, los susurros, los campanarios y los eventos civiles, religiosos y políticos. Y por último, el nodo norte, región de la disolución, marca el estado de una ciudad que evoluciona hacia una urbe eléctrica, electrónica, telemática, virtual, mediática y desmaterializada. En él suenan los medios de comunicación, la radio, el cine, la televisión, la Internet; espectáculos, simulacros, cadenas de reproducción electroacústicas, imágenes sonoras de realidades mediáticas e interfaces del futuro.
Dondequiera que estemos, lo que oímos es en su mayor parte ruido. Cuando lo ignoramos, nos molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante.
John Cage
La agrupación variada de los proyectores sonoros en el espacio, en cuanto a su posición, altura, orientación y densidad, posibilita múltiples perspectivas sonoras creando situaciones de escucha variadas y sugiriéndole al auditor a moverse y cambiar de postura seleccionando libremente su recorrido, deteniéndose donde encuentre alguna imagen o partícula sonora de su interés. El auditor —adulto o infante— tiene una percepción general y difusa del complejo fluido sonoro de la ciudad, pero a la vez, puede detenerse a escuchar con detalle figuras sonoras particulares. Puede moverse y colocar su cuerpo y su oreja en diversas posturas… Se detiene, se agacha, se inclina, se sienta, se levanta, se acuesta, se empina; sus ritmos pueden ser diversos quedándose largos o cortos periodos de tiempo en el lugar que decida o donde el azar del recorrido le sugiera. Los cojines negros distribuidos libremente sobre el suelo posibilitan estas variadas situaciones de escucha. Además, se ubicaron sobre el eje del espacio cinco faros y seis luminarias ambientales de luz muy tenue, envolviendo la escucha en una penumbra que obliga al ojo a ceder ante la oscuridad para que el oído se afine hacia una escucha atenta y refinada.
MB